EUROPA
PRESS
7 octubre
2016
Nueve de cada diez mujeres que se someten a un aumento de mamas
demandan tener una talla que se sitúe entre la 90C y la 95B, además el 93 por
ciento se decanta por los implantes redondos frente al 7 por ciento que los
pide atómicos, según se desprende de un estudio realizado en las Clínicas Diego
de León entre 1.052 mujeres operadas de aumento de pecho en los últimos meses.
El
rango de edad oscila entre los 20 y los 35 años en el 60 por ciento de los
casos. Y la principal motivación para someterse a esta intervención quirúrgica,
más del 90 por ciento de estas mujeres ha reconocido que su principal motivo ha
sido mejorar su autoestima.
Asimismo,
muchas mujeres buscan un aumento de pecho ante la carencia de volumen -ausencia
innata o provocada después de pérdidas bruscas de peso o de etapas específicas
como el período de lactancia-; por que se ven afectados por una asimetría
mamaria en uno o ambos senos; o por accidentes y enfermedades que de algún modo
han repercutido en la autoestima de la mujer.
El
director de las Clínicas Diego de León, el doctor Miguel de la Peña, destaca
que, actualmente, este tipo de intervención quirúrgica encabeza la lista de las
operaciones de cirugía estética más demandadas en España, por encima de la
liposucción y la blefaroplastia.
Anatómicos vs
redondos
El 93%
de las mujeres que se han decantado por los implantes redondos, quieren
conseguir un busto más elevado y un escote más pronunciado y llamativo. Como su
propio nombre indica, el resultado de la forma, volumen y contorno son mucho
más redondeados.
En
cambio, el 7% de las mujeres que demandan los implantes anatómicos, también
conocidos como de pera, lágrima o gota de agua, pretenden que su pecho tenga un
aspecto mucho más natural, con los que realmente es difícil detectar que se han
sometido a una operación de cirugía estética.
La
operación suele durar 90 minutos bajo anestesia local y sedación y la
recuperación dura aproximadamente una semana. La técnica más demandada en la
intervención es la submamaria, por tratarse de la más
sencilla y menos invasiva. La cicatriz queda escondida bajo el surco mamario.
Las otras técnicas, menos solicitadas, son la areolar y
Al
finalizar la intervención, señalan, "las mujeres llevan un sujetador
médico post quirúrgico, que ayuda a sujetar la piel que ha sido o está siendo
expuesta a un tratamiento especial. Es muy importante su uso para que el
postoperatorio y sus resultados sean satisfactorios. Su utilización es
necesaria durante el mes posterior a la cirugía. Tiene un papel importante en
la fase de cicatrización".
En
cuanto a la prevención de los posibles efectos adversos, el doctor recuerda que
es importante que las pacientes sean advertidas de las posibles
contraindicaciones a través de su cirujano, "especialmente en los casos de
mujeres embarazadas o en período de lactancia y en los de pacientes menores de
edad".
Del
mismo modo hay que tener especial cuidado si la mujer es fumadora y si es
consumidora de alcohol. Además, hay que tener en cuenta el resto de
contraindicaciones comunes en otros tipos de intervenciones quirúrgicas, como
trastornos de coagulación, enfermedades sistémicas, problemas cardíacos y
estados infecciosos en los que por ejemplo, una muela infectada puede aumentar
hasta un 70% el riesgo de infección.